Octubre

Domingo 22 de octubre

Carta de reflexión de la mamá de Benjamin, Lucila de la Serna de Bravo, publicada en carta de lectores del diario Clarín el 22 de Octubre de 2006

Cuando uno tiene un hijo, lo cuida, lo educa y desea lo mejor para él. Lo ama enormemente pero siempre con la atención de hacer lo mejor para él. A medida que va creciendo uno quiere la mejor educación, una educación que movilice el pensamiento, que pueda razonar pero que tenga la capacidad de ir conectándolo con la realidad, pero no sólo la que le da su medio más cercano, sino que pueda descubrir un mundo real en el cual está inmerso, rodeado de diferentes historias. Esto no es ningún trabajo fácil, criar un hijo, no es tarea fácil. Es estar, estar atento a poner palabras cuando es necesario, compartir su crecimiento y aprender de él, dar opiniones, gusten o no, desde lo más sincero de nuestro ser y con el mayor respeto que se tiene al hijo. Es sumamente placentero encontrar un colegio que acompañe nuestras ideas de crecimiento, profesores que motivan el pensar, el conocer, permitiendo la frescura de la edad. Así criamos a Benjamín convencidos de criar a una buena persona, y así decidió ir al Chaco. Iba con la idea de compartir con chicos de una realidad social diferente, de poder dar algo de lo que él sabía: su música. Proyectos, sueños, amigos…

Según parece queremos construir un país, un país con futuro, integrado, solidario, en eso estamos y como padres educamos para eso; pero parece que hay tantas fallas que no creo que sea sólo la fatalidad del destino la única causa del accidente de Santa Fe.

La ruta 11, tan larga, la llamada «ruta del Mercosur», ¡tránsito internacional de miles de camiones!, parece increíble que sea de transito internacional. No entiendo, tantas negociaciones por el Mercosur, y ¡esa es la ruta! ¡Una ruta de un sólo carril por mano! Este avance del país, no lo entiendo.

Recorriendo los largos e interminables kilómetros que me llevaron a Vera, pasamos varios peajes, ¿qué es lo que se paga? ¿Cuál es el servicio que brindan?, ya sé… las calidad de la ruta -lo verificaron- estaba perfecta, no sea cosa que alguien lo cuestione. Pero ¿sólo se controla la calidad del asfalto?, el estado de quien conduce, ¿a quien le preocupa?, ¿quién debe controlarlo? ¿hay análisis de alcoholemia?, lo dudo, pero lo pregunto.

¿Cómo es el control en las rutas?, ¿cómo sale un chofer a la ruta?, ¿quién lo habilita para poder salir? En las paradas o bares de la ruta, ¿está permitido venderle alcohol a un camionero que lógicamente va a seguir manejando?, ¿se sanciona a quien vende? ¿Será ingenuo pensar que alguien lo controla? ¡Qué ingenuidad pensar que alguien cuida esto!

Los choferes, ya sea de camiones o de colectivos, ¿cuentan con controles?, ¿de qué tipo? Si sacás el registro, te dan una breve charla de las consecuencias del alcohol en el cuerpo. No sé cómo será con los choferes profesionales que pasan tantas horas en las rutas, cómo será la preparación para ser chofer, y su habilitación; ¿sólo con saber manejar basta? ¿Qué tipo de pruebas se le hacen?, ¿cada cuánto tiempo?

Yo pregunto, ¿qué pasa en las rutas y la gente que maneja? Las políticas preventivas, hacen que cada tanto uno vea un cartel: «si bebe no maneje». ¿Eso es todo? Con ese cartelito que uno ve en la ruta cuando pasa a varios kilómetros por hora, en teoría queda garantizada la concientización del conductor… ¡¡¡qué ingenuidad!!! Esa es toda la creatividad en prevención ¿qué se puede esperar?, ¿quiénes integran los equipos que se dedican a la prevención? ¿Qué preparación tienen?

Mientras tanto, el adolescente es criticado por su apatía, por vivir en la suya, «no hacen nada», «pasan horas en la computadora». Son mirados con desconfianza si su ropa no es la «políticamente correcta»: estar de negro, pantalones bajos, zapatillas sucias, piercing…, eso, que a ellos los identifica, que les da pertenencia a su grupo, para mucha gente es indicio de descontrol, de vagancia, de desconfianza, «seguro que están drogados, o borrachos».

La ley los protege no permitiendo que beban alcohol, no pueden comprar hasta que tengan 18 años: «prohibida la venta de alcohol a menores de 18 años», ¿y a camioneros? ¿A ellos sí se les puede vender alcohol? Si los adolescentes van a bares o lugares públicos no pueden tomar alcohol y se castiga a quien se los vende. ¿Se hace lo mismo a quien vende alcohol a conductores? ¿Quién protege a los adolescentes de un conductor alcoholizado?

La atención de la ley está centrada en ese período de la vida, la adolescencia. Esto en teoría colabora con la protección al joven en crecimiento. Bien. Pero ¿no estamos mirando las cosas «al revés»? Un adolescente alcoholizado, no es bueno; ¿y un chofer de camión o colectivo? ¿Qué es? ¿Un asesino en potencia? Basta con mirar cómo quedó el colectivo, basta con mirar las víctimas, mi hijo entre ellos. La respuesta es evidente, ¿son evidentes nuestras respuestas?

En ese país que afirmamos que pretendemos mejorar, ¿qué espacio le damos al verdadero cuidado? En este caso murieron muchos adolescentes que no fueron cuidados por gente que no cuidó verdaderamente: un camionero que estaba alcoholizado, alguien que le vendió alcohol, gente que estaba al lado y lo permitió; en realidad hoy deben creer que no fue su responsabilidad porque ninguna ley lo prohíbe, nadie los sanciona rutas que no controlan al que maneja y autoridades que tampoco.

Paraisal, lugar que no conozco, pero al que mi hijo quiso ir con ideales que admiro. Lugar con carencias que no deberían ser. Gente con deseos de prosperar y de compartir momentos con chicos y adultos de otro lugar. Adolescentes con sus ropas de negro, con piercing, o con zapatillas sucias y desatadas, un grupo de jóvenes que decidió compartir vida y tiempo con otros a tantos kilómetros, con realidades tan diferentes, nos hablan de solidaridad, de igualdad, de un mañana mejor para todos y por otro lado funcionarios vestidos con impecables trajes que deberían dedicarse a realizar mejores políticas preventivas de accidentes y no lo hacen.

Lucila de la Serna de Bravo
mamá de Benjamín.