En las últimas décadas, hemos sido testigos y parte en un sistema en el cual los premios y castigos, en lugar de llevarnos a un progreso y una mejora en la calidad de vida de todos nosotros, nos han hundido en la pobreza, la decadencia y principalmente en la falta de proyectos y la esperanza de un mejor futuro.
Estamos viviendo tiempos históricos en los que cada día tenemos un mayor conocimiento sobre la forma en que la corrupción se generalizó y se amplió hasta ocupar casi todas las actividades de nuestro día a día.
A pesar de haber sabido que existe desde siempre, nunca hemos tenido tanta información y detalle como el que está hoy apareciendo, y esto debe hacernos reflexionar sobre los efectos directos e indirectos que tiene un sistema corrupto en la sociedad y en nuestras vidas. A menudo, nuestras preocupaciones pasan por las dificultades que surgen cada día y la urgencia en atenderlas, no nos permite ocuparnos de los problemas más graves que nos afectan a mediano y largo plazo.
Pensamos que si nos apegamos a las normas, tendremos una vida tranquila y nuestra conciencia en paz, pero cuando miramos a nuestro alrededor, podemos darnos cuenta que no basta con eso. Somos parte de una sociedad, y como tal, no podemos vivir aislados, ni tampoco insensibles a los acontecimientos. La corrupción no puede ser naturalizada, y lo estamos aprendiendo por las malas.
Los máximos dirigentes políticos han creado un sistema que nos ha robado cientos de miles de millones de pesos en los últimos años. ¿Por qué aceptamos que nos roben? Cuando roban, no es sólo un delito, sino que además es una forma de demostrar que no les importa nuestro bienestar, ni nuestra seguridad, ni nuestro porvenir. Cada vez que roban, faltan medicamentos en los hospitales, útiles en las escuelas, comida en los comedores infantiles, cloacas, pavimento, mejores rutas, mejores sueldos para los maestros, etc. Si simplemente miramos para otro lado, nos convertimos en cómplices. ¿Saben que hay funcionarios que dejan hambrientos a los niños en las escuelas porque se quedan con los fondos destinados a sus comedores? Muchas veces, esos niños dependen de la solidaridad para no pasar hambre, mientras intendentes y gobernadores se apropian de sus sueños y su futuro.
La corrupción provoca muertes, los corruptos y ladrones tienen sangre en sus manos y lo sabemos. ¿Cuántos Cromagnon, Once, muertos en las rutas, necesitamos para reaccionar? La corrupción en la obra pública nos dejó con rutas angostas e inseguras donde nuestros jóvenes se siguen matando todos los días. Obras no concluídas, o ni siquiera iniciadas. El dinero robado en los últimos años, sigue matando hoy y lo seguirá haciendo mañana. ¿Podemos tolerar un costo tan alto? Yo creo que no. Es hora que la sociedad despierte, y se ponga a trabajar para construir un país donde los corruptos no tengan cabida. La responsabilidad es de todos, no podemos echarle la culpa a los jueces o a los senadores o a quien sea. Podemos actuar, participar y peticionar como pueblo. Las sociedades más ricas y exitosas son aquellas que viven en sistemas más justos, donde los que violan la ley son castigados y los que viven de acuerdo a las normas de convivencia social y las leyes, son premiados.
Por un “nunca más” de la corrupción. Hoy más que nunca, podemos y debemos defender la vida.
Todos somos parte de la solución.
Lic. Héctor H. D’Agostino
Conduciendo a Conciencia