La mayoría de nosotros somos muy cuidadosos y protectores con nuestros hijos. Los mantenemos abrigados, bien alimentados, limpios y confortables. Hacemos sacrificios para que tengan lo mejor y los vacunamos para evitar que enfermen. Sin embargo, muchas veces no hacemos nada para cuidarlos cuando los llevamos en un vehículo.
Para transportar a los niños en automóviles en forma segura debe haber un firme compromiso de la sociedad, una legislación sólida, una buena educación de los padres, y un control efectivo. En el campo de la legislación la mayoría de los países, incluyendo la Argentina, muestra un progreso significativo en años recientes.
Los sistemas de retención infantil (SRI) deben ser adecuados a la edad y al tamaño del niño. Su uso puede reducir la cantidad de muertes y lesiones en siniestros viales que involucran a niños menores de 12 años de edad, distribuyendo de mejor manera las fuerzas del impacto en sus cuerpos, y evitar la colisión con otros ocupantes del vehículo o su expulsión del mismo (Elvik et al., 2009). La CEPE WP29 recomienda que los bebés y niños pequeños sean transportados en sentido contrario a la dirección en que se maneja, durante el mayor tiempo posible (en nuestro país la norma establece que sea hasta los 15 meses de edad), y la Norma N° 44 de las Naciones Unidas, enumera las disposiciones técnicas para asegurar el alto desempeño en seguridad de los componentes utilizados como retención infantil. En 2013, entró en vigencia una nueva norma sobre retenciones infantiles (Norma N° 129 de las Naciones Unidas). Al introducir sistemas ISOFIX, esta nueva norma intenta minimizar los problemas debido al uso incorrecto o inapropiado. El nombre de esta norma es “i-Size”. Una diferencia importante es que la Norma N° 129 de las Naciones Unidas ya no incluye grupos por peso (la Norma N° 44 sí lo hace). Los beneficios en cuanto a seguridad de los SRI son muy importantes y dependen del tipo de retención que se utilice (Elvik et al. 2009). Un niño de hasta cuatro años de edad tiene un 50% menos de probabilidad de lesionarse en una sillita que mira hacia adelante, y un 80% menos en una sillita que mira hacia atrás. Para los niños entre los cinco y nueve años, los sistemas de retención infantil reducen la posibilidad de lesiones en un 52%. Para niños mayores, entre los 10 y 14 años, los cinturones de seguridad reducen las lesiones en un 46%. Los efectos de sujetar a los niños solamente con cinturones de seguridad son considerablemente menores (20-32%).
A fin de reducir el riesgo de lesiones graves en caso de colisión, es importante que los bebés y niños pequeños se transporten de espaldas al sentido de la marcha, durante el mayor tiempo posible. Comparado con niños más grandes y adultos, los músculos de su cuello son más débiles y deben sostener una cabeza relativamente grande y pesada. Un cambio prematuro hacia un Sistema de Retención Infantil (SRI) que mire hacia adelante incrementa el riesgo de lesiones graves a la columna cervical. Un SRI que transporta al niño de espaldas al sentido de la marcha es demasiado pequeño si la cabeza del niño se encuentra a la misma altura o por encima del borde superior de la carcasa de la sillita, o si el niño ha excedido el peso aprobado para ese grupo. Está prohibido por ley el uso de un SRI en el cual el niño viaja de espaldas al sentido de la marcha en un asiento del vehículo con un airbag de pasajero activado, debido al peligro que esto implica para el niño. La nueva Norma N°129 de las Naciones Unidas (CEPE, 2016), también conocida como la “Norma i-Size”, crea un nuevo SRI ISOFIX universal, que se acopla con un solo clic posicional al asiento del vehículo. Los SRI que se producen sobre la base de esta nueva Norma i-Size proporcionan las siguientes mejoras importantes para el traslado.
No queda claro por qué el uso de los SRI es relativamente bajo en América Latina. Hay importantes diferencias en el proceso de toma de decisiones sobre el uso de cinturones de seguridad, airbags y retenciones infantiles. Casi todos los vehículos (modernos) tienen cinturones de seguridad, y no usarlos es una decisión tomada por los ocupantes del vehículo al iniciarse cada viaje. La situación es diferente en el caso de los airbags: se activan en una colisión y ello no depende de la decisión del conductor. Pero en el caso de una retención infantil, debe tomarse una decisión anterior: comprar la sillita o no. Es obvio que los padres se preocupan por sus hijos y, sin embargo, los SRI casi no se utilizan. Según las fuentes locales, solamente las familias de altos ingresos pueden comprar este tipo de equipamiento para sus hijos. Vale la pena investigar esto en mayor profundidad y explorar si los elevados costos de compra de un SRI explican su bajo nivel de utilización. Debería investigarse más a fin de comprender las razones por las que los padres no transportan a sus hijos en sillitas, y cómo puede incrementarse sustancialmente su uso. Según la sugerencia de Safe Kids Worldwide, si los padres no pueden afrontar el costo de comprar un SRI, los gobiernos pueden tomar medidas para que los costos sean razonables y ayudar a los padres a que puedan obtener un SRI.
La seguridad de nuestros niños es responsabilidad de todos los adultos.
Lic. Héctor H. D’Agostino
Conduciendo a Conciencia