El cansancio como factor de peligro en la conducción

El sueño insuficiente causa cambios neurocognitivos como excesiva somnolencia diurna, humor alterado y un mayor riesgo de siniestros de tránsito.

Las personas con “insomnio crónico” provocan dos veces y media más siniestros que las que duermen bien. Si se añade una comida suculenta o exceso de trabajo, el problema se agrava.

La somnolencia supone un factor de riesgo de primera magnitud, y la mayor parte de las causas que lo originan son susceptibles de prevención.

El conductor siempre debe estar preparado para responder correctamente ante un imprevisto o una situación que puede ser “límite”, y los trastornos del sueño lo impiden.

La fatiga disminuye la capacidad de atención, favorece las equivocaciones al ejecutar las maniobras, y obliga a asumir más riesgos. Se calcula que entre el 20 y el 30% de los siniestros de tránsito se deben a la fatiga.

Causas

La mayoría de los siniestros de tránsito se producen por la sumatoria de varios factores, entre los que se destacan:

    • conducir bajo los efectos del alcohol,
    • la fatiga,
    • la velocidad inadecuada para las circunstancias del tráfico y
    • la distracción.

Se sabe que cerca del 40% de los conductores no descansan en los viajes largos, después de tres o más horas al volante.
La fatiga es el resultado final de muy variadas circunstancias como sueño, exceso de trabajo, uso de medicamentos, estrés, cambios en los turnos laborales, etc. El sueño se encuentra entre las cinco primeras causas de siniestros con víctimas.
La fatiga aumenta con comida pesada, ropa inadecuada, calor excesivo, gran número de horas conduciendo o trabajando, monotonía de las grandes rectas, etc.

 

Síntomas

Al conductor le cuesta concentrarse en la ruta y realiza maniobras casi inconscientes, con menor percepción de señales, luces, sonidos, distancias y tiempo.
Se reduce significativamente la cantidad, calidad o eficacia en la ejecución de maniobras y la capacidad de reacción.
Surgen estados emocionales, tales como aburrimiento, ansiedad, inestabilidad, aturdimiento y mayor aceptación del riesgo.
La fatiga excesiva produce pesadez de la vista con parpadeo casi constante, cefalea, zumbido de oídos, sensación de brazos y pies dormidos, necesidad de moverse en el coche, que siempre se acompaña de mayor o menor pérdida de atención, y necesidad de restregarse la cara. En esta situación, es obligatorio parar y descansar.

Consejos

  • En los viajes se debe descansar 20 minutos cada dos horas de conducción, o cada 150-200 kilómetros. Las personas mayores deben hacerlo cada hora u hora y media, y cuando se viaja con chicos hay que descansar con más frecuencia.
  • En los descansos, es conveniente dar un paseo durante 10 o 15 minutos y, si el conductor tiene sueño, debe cabecear unos minutos.
  • Se debe ventilar el habitáculo, y si hace calor, conectar el aire acondicionado.
  • En los viajes, hay que evitar las comidas abundantes, el alcohol y los medicamentos que producen sueño.
  • El conductor puede charlar con los pasajeros de modo relajado, pero sin involucrarse mucho en la conversación, y debe evitar la música muy relajante.
  • Si surge el sueño, lo mejor es parar y dormir un rato, y si algún pasajero puede conducir, compartir la tarea de la conducción.
  • Especial atención deben prestar quienes viajan largas distancias durante la noche, deben iniciar el viaje habiendo descansado adecuadamente y siempre teniendo al lado a alguien despierto.
  • No son convenientes las metas de tiempo o velocidad, porque obligan inconscientemente a asumir riesgos innecesarios.
  • Los conductores profesionales de largas distancias o los de prolongada jornada en la ciudad deben descansar a las 4 horas de trabajo, intercalando un periodo de 2 a 4 horas como intermedio.
  • No se debe conducir si no se ha realizado el adecuado descanso nocturno.

En estas vacaciones, viajemos más seguros.

El tránsito lo hacemos entre todos.

Lic. Héctor H. D’Agostino

Conduciendo a Conciencia