A lo largo de los años y con el avance de la tecnología, hemos incorporado en los vehículos una serie de innovaciones tecnológicas que aumentan considerablemente nuestra seguridad ante situaciones de riesgo. Control de estabilidad, frenos con antibloqueo, cinturones inerciales de seguridad, bolsas de aire, corte del paso del combustible, etc.
Intentamos viajar más seguros y en caso de protagonizar un choque o incidente de tránsito, resguardar lo más posible nuestros cuerpos y nuestra vida.
Sin embargo, la tecnología también se puede convertir en un factor de riesgo que nos pone en peligro. Vivimos un mundo de cambios acelerados, con innovaciones constantes que adoptamos rápidamente para mejorar la eficiencia y la capacidad de trabajo, y poder elevar nuestro nivel de vida. Estamos conectados en todo momento y eso hace que realicemos tareas en paralelo.
Utilizamos los equipos móviles casi instintivamente, sin darnos cuenta estamos pendientes de ellos en todo momento, aún al conducir.Para ver mensajes, chequear las redes sociales, poner música o hablar por teléfono, el dispositivo se encuentra siempre al alcance de la mano. Es tal la instantaneidad y la rapidez que hoy exigen las comunicaciones que resulta difícil despegarse del celular mientras uno se traslada de un lugar a otro manejando un auto.
Sin embargo, es importante tener en cuenta cuáles son los riesgos de esta conducta, tanto para el conductor como para los demás automovilistas y los peatones.
Es imprescindible que las automotrices dejen de proveer sistemas de conexión inalámbricos en sus vehículos que permiten conectar el teléfono móvil al sistema de audio del automóvil. Es como si el hecho de tener las manos libres, nos permitiera mantener la atención en la conducción. Una falsa premisa. ¿Cuántas veces les sucedió que manteniendo una conversación dentro del habitáculo, nos trasladamos de un lugar a otro en forma automática sin ninguna conciencia del entorno? De repente terminamos la comunicación y descubrimos que llegamos a algún lugar sin registro consciente de haber realizado el trayecto. ¿Qué significa esto? Muy simple, mientras nos concentramos en la conversación, estamos conduciendo en forma automática, sin prestar atención al entorno. Si en ese período de tiempo surgiera una situación de riesgo imprevista, no estaríamos en condiciones de evitarla.
Estudios internacionales han señalado que la utilización del teléfono celular mientras se maneja un automóvil aumenta el riesgo de accidentes en un 70%.
La atención que demanda la comunicación telefónica distrae al conductor, en tanto que la tensión que puede provocar el contenido de la llamada también puede perturbar su tarea de conducir y provoca demoras o errores en las acciones.
Según un estudio del Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi), el 90% de los automovilistas que utiliza celular comete errores, aunque use el sistema de manos libres.
Los que manejan hablando por teléfono no perciben el ambiente de conducción, ya que alrededor del 70% de la información visual no se procesa en lo absoluto.
En conclusión, hablar por teléfono celular es un factor de distracción mucho más grave que leer publicidad, comer mientras se conduce o encender la radio, y las alteraciones en el comportamiento del conductor producidas por el uso del teléfono celular son tan profundas como las ligadas a la conducción bajo los efectos del alcohol. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), distraerse implica que el conductor tendrá que dividir su atención entre una tarea principal, conducir, y una secundaria, hablar por teléfono. Por lo que si una persona que maneja a 130 kilómetros por hora realiza una llamada telefónica de apenas un minuto, habrá circulado más de 2,1 kilómetros sin estar totalmente concentrada en lo que estaba haciendo.
La seguridad vial es responsabilidad de todos.
Lic. Héctor H. D’Agostino
Conduciendo a Conciencia
Nota para la revista El Toque Warnes